Tiempo, memoria y enseñanza

Cuando queremos hablar de aspectos básicos de crianza, de cómo ser tu mejor versión y dar lo mejor de ti mismo, tenemos la creencia, que los hijos necesitan mucho de nosotros o nos desbordamos en atenderlos hasta el punto del agotamiento físico, mental y emocional.  Comienzas el día lleno de ganas de dar y hacer, pero terminas agotada, frustrada y llena de culpas. Se nos pasan los días, semanas, meses, hasta los años y cuando te das cuenta tus hijos están grandes y tienes la sensación de no haberlos disfrutado lo suficiente.

No sé si a ustedes les pasa esto, pero a mí me cuesta mucho trabajo soltar la presión que ejerzo sobre mí misma de cómo tienen que ser las cosas. Me exijo mucho y pongo mucha atención en la perfección, no hablo de hacer las cosas perfectas sino de que todo funcione como debe de funcionar, bajo mis estándares de calidad, soy una verdadera pesadilla en tener la casa limpia. Obvio me paso el día recogiendo, limpiando y cocinando, por ende, termino el día muy agotada.  Pongo una carga muy fuerte encima de mis hijos y pierdo espacios de atención, pero, sobre todo pierdo espacios para disfrutarlos. 

Conectar con ellos es tan importante para ellos como para mí y a veces siento que no le doy la importancia que esto tiene. Muchas veces me buscan para contarme algo y la respuesta inmediata es: ok, pero rápido porque tengo mucho que hacer, o cuéntame mientras voy doblando ropa o haciendo algo más ¡eso no es atención! Hay que leer la necesidad detrás de la pantalla, lo que ellos buscan es conectar conmigo.  Me están diciendo: “Ma, calma, respira, conecta y suelta el control y la perfección por un momento y disfruta estar conmigo que este tiempo no va a regresar”.

 Esta semana, fue el aniversario luctuoso número 23 de mi Tía More, perdió una batalla contra el cáncer muy dura y dejó a mi tío con tres hijos de 12, 10 y 8 años en ese momento.  Hoy, los tres son adultos y son unos seres maravillosos, mi prima Marifer escribió unas muy lindas palabras, no sólo recordando a su mamá, sino imaginando cómo sería si estuviera viva. Me pareció un ejercicio genial, pero me hizo detenerme a pensar en mi propia existencia.  Este año en particular me pegó mucho su muerte y creo que es porque justamente murió a mi edad actual, pero también porque las edades de mis hijos ahora son muy similares a las que tenían mis primos cuando ella murió.  Mi tío hizo una gran labor en criar a sus hijos a partir de la muerte de La More, es un gran hombre sin duda alguna. Pero, lo que mi tía les dio durante el tiempo que estuvo viva es y será siempre una base sólida de amor incondicional que los acompañará por siempre. 

 Ella siempre hablo de calidad y no de cantidad, no sé cómo explicarles, pero a pesar de que entiendo perfecto esta analogía HOY toma un valor especial.  Ella no tuvo tiempo para darles, pero dio lo mejor de ella con el poco tiempo que estuvo con ellos.

No sólo los niños, los adultos también necesitamos muy poco para vivir y para ser felices.  Si algo nos ha enseñado esta pandemia es justo eso: el valor de las cosas que damos por hechas.  No se trata de estar todo el día conectados, jugando o entreteniendo a los niños, más bien, se trata de darle prioridad a disfrutar su presencia, crear memorias, momentos que los van a acompañar para siempre, sentarte a escuchar sus historias con atención, ver una película abrazados, dormir de repente con ellos.  Se trata de sentirlos cerca y de que ellos te sientan cerca a ti.  El tema más importante es soltar el deber ser para vivir en plenitud y llena del amor incondicional que los hijos nos dan, de pequeños momentos que te harán dormir tranquila, sin culpa, que te llenen el corazón y te hagan sonreír al acostarte, para pensar que fue un buen día. 

Siempre digo que ellos son mis maestros, porque de verdad así lo creo. Son tan sabios que me buscan cuando saben que los necesito, me corresponde regresarles lo mismo: buscarlos, darles espacio y atención cuando ellos la necesitan, no cuando a mí me sobra tiempo o ya acabé los pendientes. No podemos pasarnos la vida diciendo que son los más importante para nosotros y que sean lo último a lo que le dedicamos tiempo.  Hay una frase que me encanta que dice: DAR LO MEJOR DE TI NO ES LO MISMO QUE DAR LO QUE TE SOBRA.  

 Me detengo a pensar en lo que mi tía les dio en tan poco tiempo a mis primos, colmó de amor y de besos a sus hijos, los disfrutó hasta su último aliento y eso es lo que ellos recuerdan de ella. ¿qué quiero que mis hijos recuerden de mí? 

 

Deja tu respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Blog de WordPress.com.

Subir ↑