Encajar en un grupo de personas siempre es complicado, no importa la edad que tengamos y este tema, surgió esta semana con uno de mis hijos.
Todos necesitamos sentirnos parte de un grupo o de algo. Sin embargo, nadie nos ayuda a tomar buenas decisiones, la vida nos va aleccionando y si bien te va, pasas de un grupo a otro hasta que por fin encontramos uno donde puedes ser realmente tu, claro, esto lo entiendes más o menos hasta los cuarenta que ya sabes que te gusta, que no y eres más madur@. ¿Que pasaria si tuvieramos herramientas que nos ayuden a tomar mejores decisiones a más temprana edad? Como padres, nos preocupa mucho con quién se relacionan nuestros hijos, quienes los van a influenciar en tiempos y edades en que son tan vulnerables.
Pues en esta situación nos encontrábamos, cuando se me ocurrió la idea de explicarle a mi hijo mediante una hoja doblada por la mitad, donde por un lado escribi SOL y en el otro SOMBRA con el fin de darle a notar los defectos y virtudes que todos tenemos. Le dije que todos tenemos una parte virtuosa que es la que enseñamos a los demás; que está llena de características positivas, de la que nos sentimos orgullosos, en lo que somos buenos, etc. Pero que por otro lado, tenemos una parte obscura conformada por todo lo que no nos gusta de nosotros mismos que preferimos echar a una caja y cerrarla con veinte candados para que nadie la vea, y en NADIE me refiero a nosotros mismos.
Le dije que las personas vemos más fácilmente nuestras virtudes y en los demás las que no nos gustan. Vemos nuestro SOL, pero vemos la SOMBRA de los demás, de ahí que es tan fácil juzgar al otro, hablar mal, criticar. Desde un solo punto de vista y actitud, como si solo fuéramos eso, una actitud. Entre los niños adolescentes esto se vuelve un círculo vicioso. Yo veo en los demás su sombra pero sólo veo mi SOL y así todos tenemos nuestra propia perspectiva y hacemos nuestras conclusiones. Y así como el otro ve mi SOMBRA y yo la suya desde ahí nos relacionamos. Desde ese punto surgen los bullys.
Enseñar empatía no es tarea fácil, nos saca de nuestra zona de confort y nos hace analizar nuestra propia SOMBRA. Porque, como bien dice la frase de las abuelas: “Nadie es monedita de oro para caerle bien a todos”. Darle herramientas a mi hijo que lo hagan analizar se volvió el objetivo número uno de nuestra plática.
El trabajo iba a estar en dos lados; Por uno conocer y reconocer su propia SOMBRA y por otro conocer el SOL de los demás. Se trataba de escribir en el papel el nombre de todos sus compañeros, afortunadamente no son tantos y me permitió hacer el ejercicio. Escribimos las características que él veía en cada uno tratando de resaltar aspectos positivos o características en común. Y así lo hicimos.
Fue impresionante cómo se le abrió la mente, lo hicimos en un solo día y en un ratito, pero el simple hecho de haberlo escrito hizo en él una conexión instantánea. Conforme han ido pasando los días ha llegado a contarme de sus amigos “fíjate que a tal le gusta tal cosa como a mí” y “el otro es buena onda en tal cosa”.
Cerramos esta actividad con una reflexión de que todas las personas tenemos un sinfín de características y no somos una sola, tenemos diferentes actitudes según nuestra propia historia o momento que estamos viviendo y podemos comportarnos de distintas formas, pero no somos solo bullys, nerds, buena onda; somos muchas cosas y el chiste está en saber ver eso en los demás y en nosotros mismos.
Ha sido un ejercicio muy enriquecedor porque también a mi me lleva a reflexionar en cómo actúo con las demás personas y cómo me expreso etiquetando muchas veces.
Para generar empatía hay que tener perspectiva y saber que cada quien libra su propia batalla todos los días. Es entender que todos tenemos días buenos y malos y que eso no nos define.
Por otro lado, trabajar la SOMBRA ha sido más difícil, inclusive para mi. Este trabajo sigue en proceso y seguirá por el resto de su vida y de la mía. No es fácil trabajar en uno mismo y ver lo que no nos gusta de nosotros, ver nuestras reacciones, muchas veces agresivas, y trabajar en ellas toma tiempo y madurez, no podemos adelantar ese proceso natural. Lo que sí podemos es guiarlos y acompañarlos. Mi conclusión fue: si tu conoces cuales son tus debilidades o lo no te gusta es más fácil acompañarlos en este camino.
No se trata de modificar todo, sino de conocer y aceptar quién eres cuando estás de buenas, pero sobretodo cuando estás de malas. El punto es escoger tus batallas y saber que sientes y cómo reaccionas, para poder ir aprendiendo a manejar la frustración, el enojo y trabajar en las actitudes que pueden lastimar o alejar a las personas.
Al trabajar en él, hice énfasis en que todas las personas tienen todos estos aspectos y que las reacciones que muchos niños tienen se deben a que no la pasan bien en algo de su mundo. Que lejos de criticarlos por ello, hay que entender y empatizar. Pensar, ijole si asi reacciona y actúa debe estar pasandola mal. Cuando vemos a los demás con el corazón blando somos capaces de ponernos en su lugar y de empatizar.
Esta es una estrategia difícil de lograr pero haciéndolo poco a poco y de manera constante dentro de nuestra casa les ayuda mucho y además los acerca a ti.
Siempre he sido una ferviente partidaria que cuando nos humanizamos con los hijos y ante sus ojos, ellos se relajan, porque muchas veces nos ven como seres perfectos que todo lo saben y no se equivocan y creen que eso esperamos de ellos. Cuando te pueden ver con todos tus errores, que también te equivocas, que tienes todo tipo de emociones y que reaccionas mal pero lo hablas, aprenden mucho; viven lo que les corresponde.
En este sentido y acompañando a mi hijo en el concepto de SOL Y SOMBRA le dije que a mi me servia mucho que él me dijera características y reacciones que no le gustan de mi y viceversa. Que nos dijéramos la SOMBRA que vemos en el otro para juntos poder ir trabajando, esto lo ayuda mucho porque me humanizo, obvio a veces hay que frenarlo un poco pero es parte del proceso. Honestamente, a mi me ha ayudado también, sobretodo a estar más consciente de lo que siento y a aceptar cuando reacciono de mala manera. A su vez, también aprendí a apapacharme cuando la riego y decir: “Tendré más oportunidades de hacerlo diferente”. Lo que más me ha funcionado es decirle a él cuando esto me pasa.
Si quiero impactar de forma positiva y profunda en la vida mis hijos, debo aceptarme tal cual soy y trabajar en mi.
Este tiempo de encierro a pesar de estar muy ocupada, me da mucho tiempo de pensar. Utilizar estos momentos de conexión y reflexión han sido el mejor de los regalo.
Deja tu respuesta