Hace poco una amiga estaba muy preocupada porque su hija la estaba pasando mal en la escuela, ya que la estaban molestando y por su puesto la primera reacción de cualquier padre es proteger a nuestras bendiciones.
No fue sino hasta esta plática que me di cuenta de lo poco qué respeto a mis hijos. Recordé cientos quizá miles de situaciones en las que salí a su defensa, y sigo saliendo, sin haber entendido por completo cuál es mi lugar y hasta dónde me corresponde intervenir en su vida.
Reflexione sobre mi actitud “a favor” de ellos, en donde quizá sino es que todas las veces lo hice más por mí que por ellos. Al final; intervenir en sus conflictos me vuelve parte de ellos, lo que me permite ejercer control, en ellos y en la situación.
La verdad; como papás nos gusta tener el control de ABSOLUTAMENTE TODO. Navegamos con la bandera de “somos sus papás y queremos lo mejor para ellos”. Sí, claro, es solo una excusa. Si en verdad hiciéramos lo mejor para ellos, mantendríamos una distancia prudente en sus vidas ya que ellos no son una extensión de nosotros.
Deben sentirse libres de elegir sobre su vida, de la misma manera que lo haría cualquiera. Ya que conocerlos, criarlos, educarlos, guiarlos e incluso amarlos no nos da derecho a controlar sus vidas. Somos consejeros, espectadores y un apoyo que los guiara entre lo sano y lo dañino tanto para ellos como para otros.
Quien no ha escuchado maravillas de la educación en Dinamarca, lea “The Danish Way of Parenting”, tienen un principio de no intervenir a menos que sea absolutamente necesario. Esto lo hacen desde que son bebés para que desarrollen el autoestima y confíen en ellos mismos.
Considero que este es un principio que deberíamos aplicar todo el tiempo. Sé que duele ver sufrir a nuestros hijos, pero hay que vivir este dolor y ponerlo a un lado, ya que lo que nos corresponde, no es evitarles el sufrimiento sino acompañarlos y estar ahí para ellos. Resolver sus conflictos e intervenir en sus situaciones los puede volver vulnerables.
Nuestra labor no es que NOS NECESITEN, sino que NOS QUIERAN en sus vidas, ser buscados para consejos o simplemente ser su SAFE PLACE. Al final la vida de cada uno, no le corresponde más que a cada quien. Debemos darles herramientas, confiar y acompañarlos.
Después de analizar la situación de la hija de mi amiga, llegue a la conclusión que a pesar del dolor de ver sufrir a nuestros hijos y a pesar de intervenir en sus vidas, lo que a cada uno le toque vivir LO VA A VIVIR, y eso no lo vamos a poder evitar jamas.
Hay que ser empáticos con ellos y guiarlos para que ellos mismos encuentren la solución a los conflictos, la mejor solución para ellos aunque no siempre será la que nosotros creemos o queremos. Es aquí donde comienza el respeto.
Escrito por Karen Artigas
RECOMENDACIÓN
LIBRO “ THE DANISH WAY OF PARENTING, Jessica Joelle Alexander and Iben Dissing Sandahl.


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